martes, 3 de mayo de 2011

Canibalismo

Debería dejar de comerme a mi misma. Hablando figurativamente( y no tanto). A pesar de que tengo problemas para expresar lo que me pasa sin que suene muy estúpido o muy de enferma mental, no voy a dejar de hacer mis mejores intentos por ponerlo acá. Hace algunos años, capaz el año pasado, capaz hace tres o capaz ayer, saqué una conclusión interesante de mi misma. Supongo que la edad nos hace a los adolescentes basante irritables, pero me niego a encasillarme en la posición en la que se ponen todos (capaz porque es más fácil) de decir: te pasa porque sos adolescente, la edad, las hormonas. Bullshit. Hormonas putas boludo, como si fueran la respuesta a todo.
  Para mí ser adolescente no implica estar loco o tener trastornos de personalidad, porque hay mucha gente que los tiene. Es más todos los tenemos porque nadie en este planeta es normal. Lo normal no existe, es una utopía, porque todos esperan llegar a ser normales pero siempre puede venir cualquier chabon y decir: 'no loco mira que raro que sos' y ahí se te fueron todos los intentos de normalidad a la mierda. Me estoy yendo por las ramas. Soy adolescente, sí; tengo muchos transtornos típicos de los adolescentes como dirían algunos, sí; ¿y con eso qué hacemos?.
          Mi principal enemigo soy yo misma. Lo tengo adentro. Es como una cosita minusculita, una Martinita que está dispuesta a cagarme(nos) la existencia. Es ese yo emo, impulsivo, caprichoso, que no deja de hacer pelotudeces, inestable, infantil, llorón(lo que más odio es el llorón). Un yo se come al otro yo. Es una continua disputa por ambos lados de dominar mi integridad mental. Por eso tengo lo que yo llamo mis 'días bien', cuando logro una supuesta estabilidad emocional con todo lo que me rodea y puedo ir y venir de acá hacia allá sin ninguna preocupación, hacer mi vida normal, hacerme una chocolatada, mirar la tele, dormir, NO usar el celular. Después hay un momento de transición, donde no soy ni una yo ni la otra yo. En esos momentos pienso. Pienso mucho y pienso al pedo. Me carbura la cabeza a mil. Estoy en un estado apático, vegetal, bajón Y cuando ya está por estallar la cabeza pasamos a la face tres del proceso, dónde soy  lo que más odio de mí. Esa cosita vulnerable asquerosa hecha un ovillito en la cama que no deja de llorar y que se le caen los mocos(diuj). Y me agarran espasmos y me falta el aire y se me hinchan los ojos como a los porreados. Y cuando dejo de llorar, depende el día y depende el pensamiento que me llevo a estar mal, paso de nuevo a un estado transitivo. Dónde no soy nada. Dónde no siento nada. Dónde no soy ni una Martina ni la otra. Y ahí no me muevo, me pesa caminar, ahí es el quiebre, el quiebre que odio por sobre todas las cosas. El momento dónde me siento que estoy en ningún lado, y que nada importa; donde me dan ganas de hacer algo loco, dónde tengo que mantener las cosas peligrosas alejadas porque me da una cosquilla rara adentro pensar en las barbaridades que podría hacerme a mi misma.Son todas cosas que me hacen daño, ya sea físico o mental. Y es medio freaky, que esa sensación me resulte placentera o más bien descargante. Son ideas. A veces se concretan y a veces esas ideas quedan flotando en el aire de mi pieza mientras voy volviendo a ser yo (alguna de las yo).Y después se me pasa obvio. Me seco las lágrimas, prendo la radio o la pc, o localizo el paradero de mi celular para conectarme de nuevo y ahi voy volviendo a ese estado eeeeeeee "normal".
    Lógicamente que esta secuencia no pasa siempre. A veces pasa con diferencia de días. A veces puedo estar triste por tres o cuatro días. A veces prefiero dejar mis problemas existenciales para más tarde y enfocar mi atención en el vuelo de los mosquitos que viven en mi pieza. A veces no pienso en nada. Otras veces soy mala, de verdad muy agresiva. A veces se me potencia uno de mis lados, y a veces otro. Y sabés cuando dejo de ser todas estas cosas? cuando sueño y me convierto en un pájaro, en una persona famosa, en un perro, en una bailarina o en una mariposa. Solamente ahí me permito salir de las dos caras de mi propio yo.
 Tengo que dejar de comerme a mi mísma. De comerme la cabeza, de comerme el tiempo, de que una parte se coma a la otra. Tengo que dejar de comerme los dedos, hoy tuve que ponerme tres curitas!

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